jueves, marzo 26, 2009

Frost / Nixon (2008)

Muy Interesante

You know the first and greatest sin of the deception of television is that it simplifies; it diminishes great, complex ideas, trenches of time; whole careers become reduced to a single snapshot.

Aquellas personas que busquen en esta película el retrato de Nixon van a encontrarlo; las que busquen el retrato de Frost no tanto; las que busquen la narración de la entrevista sí van a conseguir su objetivo; las que busquen un planteo sobre la televisión también; las que busquen una película atrevida no.

Éste puede ser un buen resumen de las expectativas y los cumplimientos que puede ofrecer el film. En todo caso debe continuarse señalando que esta basada en no una, ni dos, sino tres fuentes distintas: la realidad histórica, la entrevista televisada y la obra de teatro que ficcionaliza a las anteriores. ¿A quién es más fiel? ¿A alguna de estas tres o a su propio discurso de largometraje?

Sin haber leído yo la obra de teatro, me remito a quienes la vieron en escenario y afirmaron su satisfacción: por haber logrado “rellenar” lo que escapa a la puesta en escena teatral sin ser por eso relleno; por haber logrado al menos un papel secundario absorvente, el del asesor de Nixon; por haber repetido ahora para la eternidad las magníficas actuaciones de los dos protagonistas del título. Entrevistado y entrevistador, ambos interpelando la capacidad de revancha del otro; rivales que hasta se podría decir que, si pudieran, elegirían otros contrincantes más adecuados, más odiosos a uno.
(Continúa)
La entrevista televisada, que también puede descagarse de la internet, es y no es la entrevista que se reproduce en el film. La mayoría de los cambios son acordes al tipo de narración a la que pertenece, ya no el periodístico sino el artístico, por lo cual se procede a reordenar secuencias a fin de atrasar el clímax y a asignar cada una de las cuatro sesiones que duró la entrevista a un claro ganador. Más dudoso todavía es la apatía por el propio Frost para manejar su propio proyecto, gracias a que mediante estas postergaciones termina generándose el efecto de presentar a Frost reaccionando recién en el último round.

Aún así no puede decirse que la realidad histórica no esté allí. La veracidad de lo ocurrido es impecable, pero no obstante tiene dos puntos dudosos: el llamado telefónico de parte del presidente y la falta de precisión con lo que realmente hizo y dijo el histórico Richard Nixon durante el pasado Watergate. Quizás por ser conocido para el espectador medio norteamericano, pero también como forma de distraer a éste y concentrar su atención en el carisma de Nixon. Si no sólo se mencionara lo que hizo sino que se lo detallara no habría posibilidad de una batalla equitativa para ambos boxeadores. El periodista siempre tiene la ventaja frente al político y la película tiene que encontrar la manera de equilibrar la balanza.

De estos tres ámbitos la película se maneja mejor en los intersticios de éstos: es decir, durante el backstage de las entrevistas, cuando el reparto de esa forma de ficción más rigurosa que son las entrevistas está listo para el rodaje pero las cámaras todavía están apagadas. Es en ese territorio donde Frost/Nixon obtiene su fuerza: en la de reconocer a la televisión como lo que es, un acto performativo donde lo que se dice se hace. La terrible impredictibilidad del discurso oral hace imprescindible la preparación previa; no hay mejor forma de entender el boxeo que observando lo que pasa en las esquinas durante la pausa entre round y round.