martes, marzo 03, 2009

Monty Python’s Life of Brian (1979)

Élite

Just remember that the last laugh is on you


La esencia de la película nació cuando uno de los miembros del grupo inglés Monty Python, cansado de responder preguntas sobre el título del próximo proyecto del grupo, respondió con ironía “Jesus Christ’s Lust for Glory”. Nadie se rió porque lo tomaron en serio, una situación paradójica para uno de los mejores grupos cómicos de todos los tiempos. Una idea (Jesús criticando la mala carpintería de la cruz) llevó a otra (no burlarse de Jesús por ser al fin y al cabo “un buen tipo”) terminó resultando en la vida de Brian, un contemporáneo del nazareno más famoso.

Sin embargo la blasfemia es una de las formas del humor más primitivas. La religión, como la moda, tiende al ridículo cuando se la observa desde afuera. La fe es incomprobable, tanto el hecho de tenerla como sus resultados; va a dejar de ser risible sólo cuando pueda encenderse con un interruptor. Es fácil comprobar que, como consecuencia de esto, la facilidad con la que puede efectuarse una burla sobre la religión es proporcional a la suceptibilidad de los religiosos. Entonces, como también sucede con la moda, una obra sólo puede ser juzgada de acuerdo a la tolernacia de su contexto (sea una minifalda o una parodia de los textos sagrados).
(Continúa)
Pero Life of Brian no debe ser juzgada según los parametros de 1979 sino los de la segunda mitad del siglo XX y en adelante: los actuales. La libertad de expresión supuestamente garantizada no coincide con la corrección política imperante. La intocabilidad del cristianismo de décadas pasadas es invocada por el islamismo, situación bélica mediante, cuando amenazan de muerte a los caricaturistas de Mahoma; los detalles cambian, la situación es la misma.

En estas circunstancias Life of Brian no puede inventar nada, no puede ser original sino a la fuerza de talento: el que demuestra con un humor duradero, el que demuestra con el absurdo conjugado a una inesperada rigurosidad histórica, el que demuestra con la variabilidad del reparto, el que sobre todo demuestra por obtener un ritmo entre el formato del sketch que el grupo dominaba y la trama propia de un largometraje. Porque el humor que presenta puede llamarse duradero en la medida que, sin ser pretencioso, supera las circunstancias de su época. Los elementos de sátira política demuestran que nada cambió en el juego democrático desde su estreno al día de hoy. Los partidos opositores siguen siendo mezquinos, los individuos siguen siendo masificados, la diplomacia sigue siendo ineficaz, el imperialismo sigue siendo eficaz, la gramática latina sigue siendo la misma.

Pero la gloria de Life of Brian está, como cualquier ascensión a los cielos, en el final. Cualquier mediocre podría haber transformado la escena de la crucifixión en un número musical, pero sólo un grupo como Monty Phyton podía haberla transmutado en una auténtica demostración de júbilo. Always look on the bright side of life está destinada a superar, más temprano que tarde, todo perjuicio. La verdadera blasfemia de Monty Phyton es haber expuesto un mandamiento más indispensable que los diez redactados: el buen humor.

Life of Brian es la tanga de la religión: conserva un mínimo de decoro, pero de todas maneras muestra todo. Consecuente es su éxito y su perduración.