jueves, febrero 26, 2009

L'Heure d'été (2008)

Efectiva

Dijo que eligiese cualquier cosa. No quería aprovecharme. Tomé una cosa corriente. ¿Qué haría yo con algo valioso?


La Unión Europea es un hecho que trasciende la geografía política. Cada vez resulta más difícil, en lo relativo a artes como el cine y la literatura, discernir la procedencia de una u otra obra. Tanto sus autores como sus personajes son de identidad heterogénea y cada vez más cosmopolitas, salvo aquellos que pueden darse el lujo de tener una villa campestre. Los lenguajes utilizados en las producciones simulan una Babel que no se dispersó después de la caída. Last but not least, el financimiento de estos emprendimientos se realiza, en todos los casos sin excepción, gracias a las empresas televisoras de una pléyade de países europeos.

Pero por sobre todo se vislumbra la presencia de unos tópicos discursivos que reemplazan (o que discuten) los viejos espacios sobre la identidad nacional. En una cátedra de literatura alemana se mencionan los mismos que en un curso de cine francés. Estos son: la prolongación de la juventud, la visión de los nietos de la guerra, la desaparición de las grandes familias pero también la disolución de las familias nucleares, la consiguiente falta de viviendas, el fetichismo de los objetos, la drogadicción, la consiguiente ruta del tráfico ilegal, las multinacionales y los supranacionales, los nietos de las colonias, los emigrados en definitiva. Para los franceses son los argelinos y para los alemanes son los turcos; cambian los nombres pero el proceso es el mismo.
(Continúa)
L’ Heure… es francesa pero por empecinamiento. Gran parte del film está en inglés. La actriz principal, que no es protagónica salvo en los créditos, es ícono de Francia en los Estados Unidos. Su argumento intenta reflejar estas circunstancias y lo consigue; se puede resumir en “con el final de un matriarcado la familia se dispersa, geográfica y generacionalmente”. El centro del que se aleja es la casona familiar, cuyo destino no podía ser otro que ser vendida, como los propios hermanos pero por sus trabajos. Es tan paradigmático como poco original, sin una cohesión narrativa más que por el paso del tiempo. La belleza que pudiera encontrarse en el paisaje resultante no se destaca. El título menciona un verano, pero ni el pasado ni el presente ni el futuro intentan ocupar ese lugar brillante.

El único cambio que sí posee cierta trascedencia tiene que ver con los objetos pertenecientes a la casona. Ya muertos sus dueños, artistas y coleccionistas de otros artistas, son rescatados por curadores del museo nacional. Fuera de la cotidianeidad recuperan su aura o la pierden, el resultado es ambiguo. La anteúltima escena, en el museo, tiene la belleza que no tiene el resto de la película. Será por volver explícita al fin la impersonalidad de las relaciones, entre objetos y personas, personas y personas, objetos y objetos.