jueves, enero 14, 2010

Avatar (2009)

Mediocre

A Marine in an Avatar body? Gives me the goosebumps!

Una película sin guión es como un hombre sin espina dorsal. Al igual que su protagonista, Avatar avanza en silla de ruedas: los efectos especiales. No llega lejos.

Para empezar, la selva de Pandora no es el mejor ambiente de los últimos años. Son reproducciones en masa de los cuadros de Roger Dean con un poco de Jurassic Park. Las criaturas son iguales a las nuestras pero con más patas, más ojos y más resbalosos. La marca distintiva es que todo es más grande y más fosforescente. ¿Alguien recuerda Batman y Robin?
(Continúa)
Los personajes tampoco se salvan.
“Avatar” es una hermosa palabra hindú que significa la manifestación terrenal de un dios, en especial Vishnú; es tradicional representar a este dios con la piel de color azul. Luego Cameron debe haber confundido, al revés que Colón, a los hindúes con los indios: por eso la parfernalia indígena. Para finalizar les agregó una cola. Ése fue todo el desarrollo de los Na’vi.

No obstante los nativos son originales en comparación con los terráqueos, que se dividen en dos grupos: los buenos científicos y los malos militares, que a su vez responden a una corporación sin escrúpulos. Por supuesto los buenos no son científicos estrictamente, porque no hacen ciencia sino diplomacia; son sólo boy-scouts con guardapolvo.

Los militares (no los científicos) buscan un recurso natural que es sólo un recurso del guión, toscamente tallado. Ni hablar de los personajes secundarios: a uno le dicen que se quede en la nave, que lo van a necesitar, y no vuelve a aparecer; a otro lo tildan de envidioso al comienzo de la película y luego se camufla en la intrascendencia; la tribu se disfraza de buen salvaje.

Pero lo peor de la película es la evasión de toda problemática latente. Por más que el protagonista tenga un gemelo muerto y además conduzca un na’vi artificial, no se ahondan ni el tema del doble, ni el desdoblamiento, ni los trastornos por falta de sueño, ni la realidad virtual, ni la naturaleza del alma. Asimismo carece de conflicto que el protagonista sincronice de forma tan perfecta con su doble de riesgo. ¿Alguien recuerda Evangelion?

El tema problemático por excelencia, la sexualidad, es monodimensional. La escena de sexo a mitad de la película es demasiado romanticona y edulcorada; queda la duda si el protagonista habrá tenido o no un orgasmo dentro de su cama solar. Luego, cuando la película alcanza su clímax y una giganta azul acaricia a un enano paralítico, el erotismo freak resultante se borra con el codo cuando un minuto más tarde le cambian sin más el cuerpo al protagonista.

La toma final no es más que un cliché encadenado a otros clichés, que desde el comienzo de la película le dictan al espectador lo que va a ocurrir. El interés por la trama finaliza a los pocos minutos si uno vio con anterioridad El Último Samurai, o Danza con Lobos, o Pocahontas. Claro que ninguna de éstas fue en su momento la película más cara de la historia.

¿La cantidad de dinero invertido en la producción de una película debe influir en su crítica? Es difícil responder en un marco general; pero en este caso particular, sí. Avatar es lo peor que puede ser una película: mediocre. Las películas simplemente malas hacen reír; las mediocres, en cambio, sobran.